30 enero 2010

Afecto

Caminaba en silencio a la facultad, en cuarenta minutos le tocaba dar el certamen final de Calculo III. Le preocupaba el examen, pero más le preocupaba lo que ocurría en su hogar, sin embargo eso al profesor no lo importaba, ellos simplemente daban las clases y realizaban los certámenes. Sabía que solo un justificativo medico o un certificado de defunción podría salvarlo de aquel calvario. Pero ese no era el caso y realmente esperaba que no fuera. La oscuridad lo comenzó a rodear, eran alrededor de las siete de la noche, y una lluvia aguda había comenzado a caer. Corrió a refugiarse en el edificio administrativo. Debía seguir su camino, si no llegaría tarde, se arreglo y siguió caminando. Tal vez el profesor había visto las noticias y lo dejara libre hasta que todo se solucionara. No, el trabajaba todo el día, era difícil que las viera. Y aun si las veía, parecía ser una persona fría, así que no lo entendería.
Mientras más se acercaba a la facultad mas pensaba, entonces recordó… ¡Sus compañeros!, le harían muchas preguntas y los que no lo mirarían con cara de “pobrecito” o “debe estar sufriendo”, se fastidio de solo pensarlo, pero siguió su camino, debía seguirlo. Se pregunto ¿Qué estaría haciendo su madre? ¿Y su padre?, ellos le habían dicho que harían lo mejor posible y que se preocupara solo del examen, ya que era muy importante para el, para su futuro. Pero sabia que también podía ayudar. El debía ayudar. ¿Por qué rayos estaba ahí? Pensó en dar la vuelta “es solo un examen” se dijo a si mismo, no es tan importante. Quizás los padres lo enviaron por que no representaba una ayuda, si no más bien una molestia, no obstante el la conocía mas que sus padres, ¿serviría eso?
Camino, camino, sin darse cuenta estaba frente al edificio. La lluvia no había cedido. Respiro hondo y entro, sabia lo que le esperaba. En la entrada no había nadie, las luces de los pasillos del fondo estaban apagadas, y daba una imagen lúgubre. Subió la escalera principal y ahí estaban todos sus compañeros. No paso si 15 segundos cuando estaba rodeado. Entre las preguntas que alcanzo a escuchar fueron ¿Cómo estas? ¿Han sabido algo? ¿Cómo fue? ¿Tienen alguna pista? En cada pregunta que hacían lo apagaban más, más imágenes deban vueltas en su cabeza y le impedían decir cualquier cosa. Su mejor amigo Javier les reclamo y les exigió que lo dejaran solo. Lo tomo del brazo y lo llevo a sentarse en un banco. Ahí no pudo mas, abrazo a su amigo con miedo, angustia y desesperación. Este respondió, sin decir una palabra. Simplemente lo abrazo.
- Fue mi culpa, si la hubiese acompañado a jugar, en vez de preocuparme de un estúpido certamen – dice Alejandro entre lágrimas
- Calma amigo - responde Javier - Tú no sabias que eso po… -
- Claro que no sabia, jamás lo imagine, pero no supe priorizar, mi hermanita es mas importante – interrumpe Alejandro
- Pero Ale, tu solo hacías lo que cualquier estudiante en época de evaluaciones hubiese hecho, tranquilo, pronto la encontraran, te lo aseguro – explica Javier
- Pero ya son dos días que lleva desaparecida – rebate Alejandro – Dos días, quizás ella…-
- ¡No lo digas! – le grita Javier, todos dirigieron la vista a los amigos ante aquella expresión, pero a el no le importo – Francisca esta bien – continuo - y pronto volverá a tu casa, ya veras como entonces todo será como antes –
- Tienes razón – dijo afirmo Alejandro – estoy siendo demasiado grave –
En eso la puerta del salón se abre. Y sus compañeros se aglomeran para entrar.
- ¿Estas seguro de quieres hacer el certamen? – le pregunta Javier
- No realmente, pero ya estoy aquí – responde Alejandro
Ambos se levantaron e ingresaron al salón. Tomaron sus respectivos puestos. El profesor adelante les da las instrucciones y comienza a repartir las pruebas. En eso se percata de la presencia de Alejandro, este se incomoda con la expresión de sorpresa que luego se torna de lastima manifestada por el profesor, por lo que baja el rostro.
Una vez comenzado el examen el silencio rodea la sala. Solo se escuchan los pasos sutiles del profesor recorriendo la sala. Alejandro mira la hoja, ve los símbolos pero esta demasiado perturbado para entenderlo, hace unos garabatos en la hoja, que, al darse cuenta que no tienen sentido, decide borrarlos. Mientras borra, su mente comienza a recorrer lo que ha vivido en estos días.

Estaba en su casa estudiando para dicho certamen, era el último del semestre y el más importante, así que necesitaba que le fuera bien. Por lo que había permanecido durante al menos cuatro horas estudiando. En eso Francisca su hermana menor de seis años había entrado al cuarto. Con aquella dulce y alegre sonrisa.
- Al, vamos a jugar al parque con Bambi – le dice
- Lo siento Fran, tengo que estudiar, pero te prometo que ya el jueves haremos lo que tu quieras – responde Alejandro
- Pero Al, no quiero que estés tanto encerrado – dice con lagrimas en los ojos Francisca
El se levanta y la toma en brazos, le hace cosquillas y la sienta en el sillón
- Lo siento Fran, de verdad debo estudiar, pero a cambio te traeré un regalo, ¿bueno? – explica Alejandro
- Esta bien Al, te quiero – acepta Francisca
Jamás imagino que esa seria la ultima vez que la viera. No, no seria la última vez, la encontraría y todo seria igual que antes, como dijo Javier.
Había pasado alrededor de dos horas, desde que Francisca había entrado a ver a Alejandro. En eso entra su madre.
- Hijo, has visto a Francis? – Pregunto la madre - no la he visto hace rato y no esta en su cuarto -
- Que raro, entro hace mucho rato a mi cuarto, quizás este jugando en el patio con Bambi – indica Alejandro, sin darle mayor importancia y continuando con sus estudios.
La madre mientras tanto se dirigió al patio. No habían pasado ni diez minutos cuando regresa.
- No esta – señala – Ayúdame a buscarla, tú sabes lo traviesa que es -
Alejandro se levanta de su escritorio, a Francisca le gustaba jugar a las escondidas, sobretodo cuando no la tomaban en cuenta, recorrieron toda la casa, pero no la encontraron, la volvieron a recorrer, esta vez preocupados, la buscaron en los mas recónditos sitios, sin resultado alguno. Recorrieron los alrededores, Alejandro sabia que si estaba jugando, ya se habría mostrado, entonces notaron que su perrita no estaba. Le preguntaron a vecinos, y nadie sabia al respecto, muchos ayudaron a la búsqueda. Luego de dos horas dieron la notificación a la policía, la búsqueda se intensifico, pero no hubo resultado.


Casualmente Alejandro había mojado las hojas con lágrimas, y al pasarle las gomas habían formado un agujero. En ese momento noto la presencia de su profesor al lado, quien preocupado le cambio las hojas sin decir palabra. Alejandro volvió a escribir sus datos, No sabia cuanto tiempo había trascurrido, ni menos cuanto quedaba. Intento concentrarse, pero le era difícil. La imagen de su hermanita se repetía en cada momento. Sentía que esto era una perdida de tiempo. Si, ¡lo era!, estaba decidido a entregar el examen en blanco, pues no era capaz de responder. Se levanto, tomo su bolso y fue al asiento del profesor, dejo las hojas en la mesa, se quedo ahí un par de segundos, y al darse la vuelta estaba el profesor…
- Te espero cuando termine todo esto, para que repitas el examen – le dijo
Su corazón dio un vuelco, mientras una lagrima recorrió su rostro, jamás imagino eso, ese apoyo, siempre miro a los profesores como seres fríos que solo hacían su trabajo, se sintió apoyado por aquella persona que estaba frente a él, por primera vez. Entonces se fue a casa, con una preocupación menos.
Cuando llego a su casa aun no se sabía nada de Francisca, su madre, tratando de parecer natural le pregunto como le había ido, y sonrío al escuchar la respuesta de Alejandro. Era una sonrisa extraña, más bien forzada. Alejandro no sabia si interpretarlo como alivio o como tristeza. Tal vez eran ambas cosas a la vez.
Entre los tres sirvieron la comida, mantuvieron el silencio en la mesa, y apenas probaron bocado.
- Creo que ahora la van a buscar en el cerro – dice el padre, mientras ordenaban las cosas.
- ¿El que esta atrás del gimnasio? – Pregunta la madre - ¿tan lejos?
- Si, ellos creen que quizás fue a jugar ahí y se perdió – justifica el padre
- Pero ella jamás ha ido sola – Alega Alejandro – Además, no pudo llegar ahí en tan poco tiempo -
- pero es una de las mejores opciones que tenemos – quizás la única que nos de una esperanza de que no est…-
- Entonces ayudare – interrumpió Alejandro, no quería escuchar esa palabra…
- es mejor que no molestemos – dice la madre
- pero yo la conozco, yo se que lugares le gustan – rebate Alejandro
- esta bien, todos iremos – acepta el padre
Partieron de inmediato a la comisaría. Desde ahí los llevaron al centro de la búsqueda. Notaron que aun a esa hora había reporteros buscando algo de información, pero no querían hablar, así que los ignoraron. A Alejandro y su padre les entregaron una linterna y una radio, la madre mientras tanto debía esperar en el auto. El jefe de la policía entrego las rutas que cada uno debía seguir, basado en las explicaciones de Alejandro, y todos partieron en parejas.
Alejandro iba con su padre, se internaron en el boque que rodeaba el cerro, pero era duro, estaba nublado, lo que hacia que la oscuridad fuera mas intensa, después de unas horas comenzó a llover, no les importo, solo pensaban en encontrar a Francisca lo antes posible, caminaron y caminaron. Solo veían árboles, arbustos y rocas, más de alguna vez se les atravesó un pequeño animal pero no encontraban señales de la pequeña. La lluvia y el viento no les eran de ayuda, por una parte producía demasiado ruido, y por otra les era difícil caminar ente el barro. Después de dos horas las ropas mojadas les otorgaba tal frío que les era difícil moverse, aun así continuaron. Las horas pasaban, de vez en cuanto hablaban por radio, pero sin obtener ninguna buena noticia. La lluvia se intensifico, y decidieron tomar un pequeño descanso, el cuerpo les pesaba, y la las gotas de lluvia no permitían notar las lagrimas de ambos ante la decepción de no encontrar ninguna pista, rápidamente continuaron la búsqueda, no les preocupaba ni el dolor, ni las ropas estropeadas.
Entre tanto ruido creyeron escuchar un ladrido a lo lejos, siguieron aquel sonido y encontraron a Bambi, y a su lado completamente empapada se hallaba Francisca, estaba desmayada. No podían creerlo, Alejandro la tomo en brazo, estaba demasiado fría, y volvieron, mientras su padre aviso por radio y todos fueron ahí enseguida, con cosas para abrigar a la niña.
Su madre estaba al lado de su auto, se notaba ansiosa, mas aun al ver a su hija en ese estado, abrazo a su marido mientras observaba que en cosa de minutos la acomodaron y la subieron a la ambulancia.
- Debes acompañarla – señala el padre
- pero ¿y ustedes? – pregunta la madre
- Te seguiremos en el auto – Responde Alejandro
La madre se sube a la ambulancia, sin titubear y le toma la mano a su hija.
Por otra parte Alejandro estaba notablemente mas tranquilo, ya la habían encontrado, y tenia fe en que Francisca estaría bien. A su lado Bambi coloco su cabeza en su pierna, buscando cariño, Alejandro la acaricio. Su padre en el volante mantenía el silencio.
Ninguno se dio cuenta como llegaron al hospital. En la sala de espera estaban los tres inquietos. La madre estaba sentada con las manos en la cabeza, por su parte el padre caminaba de un lado a otro reclamando para si que ningún medico daba alguna información, mientras Alejandro acariciaba a Bambi como una manera de mantenerse tranquilo. En eso sale el doctor. Los tres de inmediato se dirigen a el
- ¿Cómo esta? – preguntan los tres simultáneamente
- Débil – responde el doctor - Tiene una neumonía demasiado fuerte a causa de la noche que paso a la deriva y a la lluvia, por suerte estaba con la perrita quien le otorgo calor suficiente para no haber fallecido – los tres miraron a Bambi con expresión de agradecimientos – Debido a la falta de alimentación que la debilito esta en estado crítico. Por ahora trataremos de hacer lo mejor posible para estabilizarla – sin decir mas el doctor se marcho

Estaba escribiendo rápidamente, sin preocuparse del tiempo, las palabras, los símbolos, letras y números fluían cada vez más rápido en su cabeza. La velocidad con que escribía frenaba sus ideas. A su alrededor se escuchaban los pasos de personas que pasaba por los pasillos y los documentos que revisaba su profesor. En menos de dos horas había terminado, entrego el examen satisfactoriamente, le agradeció a su profesor la comprensión, el cual respondió con una amplia sonrisa, antes de cerrar la puerta, observo la oficina con cariño. Jamás olvidaría aquel apoyo recibido y se prometió jamás pensar mal de alguien sin conocerlo.
Al salir de la facultad lo esperaban Javier, su padre, su madre, Francisca y Bambi. Como había prometido su padre irían de picnic.

No hay comentarios:

Publicar un comentario